Serie Ciudadanía y Democracia Nº1. Nuevos Movimientos sociales y segregación urbana en Lima Metropolitana
Año: 2003
Lima es una de las ciudades coloniales más antiguas de América Latina. Desde su fundación como ciudad se constituyó en un ámbito de segregación social. La Plaza Mayor se convirtió en el centro que representó el nuevo poder colonial (Iglesia, Cabildo, Conquistador y notables), asentándose en sus inmediaciones las familias hispanas de segundo orden, mientras las poblaciones indígenas y africanas eran reducidas hacia las periferias de la ciudad. Sin embargo, tampoco se trató de un patrón de segregación urbana total, ya que en varios espacios de la ciudad, junto a las grandes casonas de españoles y criollos coexistían otros grupos étnicos subalternos en callejones y pequeñas casuchas, en donde los encuentros interétnicos resultaban muy frecuentes. Este patrón de segregación espacial no vario mucho con la proclamación de la República (1821), ya que los poderes del Estado conservaron los edificios y espacios que tradicionalmente habían ocupado antes.
El cambio comenzaría a venir a partir de la segunda mitad del siglo XIX. En este periodo, la destrucción de la antigua muralla colonial (1873) fue uno de los acontecimientos más emblemáticos de la puesta en ejecución de nuevos proyectos de modernidad urbana desarrollados por las elites decimonónicas, los mismos que se vieron truncados por el desarrollo de la guerra del pacífico (1879-1883). Posteriormente, recuperados de los devastadores efectos del conflicto armado, el Estado y las elites se comprometieron en nuevos proyectos modernizadores con los que se intentó transformar la ciudad y las costumbres tradicionales de la sociedad limeña. Fue en ese contexto que las familias de la elite iniciaron el paulatino éxodo del viejo casco colonial hacia el sur de la ciudad, expandiéndola a partir de consideraciones urbanísticas y modelos arquitectónicos nuevos.