El mundo de hoy es más desigual que hace unas décadas, las brechas en educación, salud, trabajo y vivienda están afectando a millones de personas en todo el planeta; especialmente a los jóvenes quienes constituyen el mayor segmento de la población en los países en desarrollo. El modelo de desarrollo actual, implementado desde la década del 90 en todo el mundo, luego del consenso de Washington, y reforzado por una política neoliberal ha entrado en crisis, por lo que las instituciones como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, se han visto en la obligación de reconocer la crisis y han optado por incorporar las opiniones de las y los jóvenes en su trabajo y en las políticas, así como la de los movimientos sociales que están planteando resistencias y alternativas para superar este modelo de desarrollo.
En este escenario, las y los jóvenes son actores importantes en todo este nuevo contexto de disputa política y social por cambiar las reglas de juego en el mundo. Se han convertido en el eje unificador y movilizador de los movimientos de resistencia y cambios a nivel mundial. La juventud hoy tiene una peculiaridad que sabe manejar y usar para lograr sus objetivos las llamadas “redes sociales”, se encuentran en una mayor relación y cercanía gracias a la tecnología que permite compartir información, experiencias y acciones de procesos políticos y sociales que suceden en los distintos países del mundo casi de forma instantánea. El internet y las redes sociales se han convertido para muchos jóvenes y movimiento sociales en la herramienta para poder difundir, evidenciar, denunciar y transformar los problemas estructurales de fondo que siguen generando grandes desigualdades.
En ese contexto político-social y con la participación de la juventud como un actor importante dentro de los movimientos sociales el Foro Social Mundial (FSM), se llevó a cabo entre el 9 y 14 de agosto en la ciudad de Montreal, Canadá. En donde se discutieron los diferentes problemas sociales, en este caso el hilo conductor fue la desigualdad. El mensaje al final del evento fue claro “La unidad en la diversidad” que buscaba eliminar las barreras de lengua, etnia, género o religión.
En general, se tuvieron más de 35 mil participantes, 125 países del mundo, más de 1000 actividades entre conferencias, actividades culturales, foros de discusión, asambleas, etc., que dieron lugar a grandes conferencias referido a la resistencia de los pueblos (minorías, etnias, etc.), educación y trabajo, derechos humanos, medio ambiente y cambio climático, paraísos fiscales, la situación palestina o la guerra de Siria, pero también la diversidad de género y sexual fueron parte de la agenda. Diversos ponentes internacionales y locales estuvieron presentes como la activista Naomi Kleim, con quien participó María Ñope en la mesa “The role of Youth in fighting Climate Change and Inequality”.
Sin embargo, también se despertaron algunas controversias. El más importante sin duda fue la poca presencia de los participantes de los países del hemisferio sur, pues más del 60%[4] de postulaciones para la visa del Gobierno Canadiense fueron rechazadas o no alcanzaron respuesta. Esto dice mucho de lo que significó la organización del FSM realizado, por primera vez en el norte, en uno de los países con los niveles más altos de calidad de vida en el mundo.
De: María Ñope y Jorge Rodríguez.